miércoles, 22 de octubre de 2014

¿Por qué no nos gusta hacer la tarea?



Me siento impulsada a escribir sobre una causa que trae muchos problemas en los procesos de aprendizaje, a los procesos de la vida, porque la vida es eso… aprendizaje.

En algunos momentos de la vida nos toca ser observador de conductas colectivas: en la familia, en el trabajo, en la comunidad.  Ese lugar de observación que nos los otorga el tiempo de espera, después de realizada nuestra tarea. En este momento nos pasa algo muy interesante, si terminaste al tiempo del otro, no hay problema. Pero si terminas antes del otro, te conviertes en una especie de enemigo que denuncia su incumplimiento (justificado o no ). La recompensa para ti por haber cumplido es: un camión de “basura” que (no es tuya) porque terminaste primero.

Entonces las tareas tienen su “meollo”, como dice una linda amiga y aliada de negocio, que siempre hace su tarea a tiempo, por ello aprecio tanto trabajar a su lado. Algunas cosas que he observado son:

·         Si la hacemos a tiempo, despertamos el rencor de algunos, por mostrar la incompetencia del que no la hizo o se tardó.

·         Si no la hemos hecho, nos sentimos terribles y comenzamos a construir excusas, señalar culpables y detenernos.

·         Y lo peor, si no lo hacemos no aprendemos, ni avanzamos… y además estorbamos el trabajo de quienes necesitan el resultado de nuestra tarea. Si, las tareas son para eso, porque si no aprendemos o colaboramos estamos estorbando con nuestra incompetencia a quien necesitan que demostremos  en conductas y hechos que: sabemos hacer lo que se espera que hagamos bien.


¿Por qué odiamos la palabra TAREA?

Me parece que  pudiera ser que algunos de nuestros primeros jefes en la vida (nuestros maestros) nos enseñaron muchas cosas pero no nos enseñaron (quizás) algo que ellos tampoco aprendieron;  amar a las tareas

Hay mucho castigo irreflexivo alrededor de esa palabra, TAREA.  Buscando en internet me encontré un acróstico que dice sobre el término.

T: ortura no A:gradable R: ealizada para E:stresar al A:lumno

Y es verdad, algunas veces cuando nos asignan una tarea aun siendo adultos,  la asumimos como muchacho chiquito: desafiamos, nos hacemos  “los locos”,  esperamos al último momento, inventamos miles de excusas, culpamos a quienes si cumplen y hacemos responsable a quien le dimos el poder de asignárnosla: clientes, familia, comunidad,  proveedores, socios, jefes… infinidad de gente que podemos culpar… cualquiera puede ser.

¿Qué está implicado cuando no cumplo la tarea? ¿Qué estoy comunicando al mundo?

Hablemos de lo obvio y lo no tan obvio:

El objetivo obvio, inmediato, de aceptar la asignación de una  tarea es brindarnos la oportunidad de practicar, reforzar y demostrar nuestras habilidades, y retornar al quien la solicitó  un trabajo bien hecho.

Encontré en internet 5 atributos de lo no tan obvio de las tareas, que adaptaré a este artículo:

1. Responsabilidad: Es la capacidad de asumir "propiedad" de aquello que por derecho nos pertenece, para responder a las obligaciones. (No para que dudemos en recoger la bola cuando caiga en nuestra cancha). La tarea es una responsabilidad que por derecho le pertenece a quien ha aceptado cumplirla. (estudiante, trabajador, padre, hijo, vecino, etc.) Vinimos a cumplir muchas tareas y a hacerlas bien y a tiempo.

2. Autonomía: Gobernarse a sí mismo, es pararse sobre los propios pies, solitos. La tarea es la ocasión en que alguien nos asigna un deber. En este sentido, la tarea irrumpe en un nuevo terreno. Ahora aceptamos la responsabilidad de hacer algo fuera de la vista de quien confió en nosotros y nos otorgó el requerimiento, quien espera recibir un resultado excelente, autónomo, profesional, sin seguimiento.  La persona de quien aceptamos la asignación confía en nosotros ¿Honraremos la confianza? o ¿lo cargaremos con nuestras incompetencias? Este punto tiene que ver con si estamos listos física, material, intelectual y emocionalmente para cumplir con la tarea. Si no estamos listos, no hay problema, pero no dañemos la relación de confianza. No es inteligente.

3. Administración del tiempo: Es la capacidad de organizar el tiempo en una manera eficaz, productiva, para terminar los deberes a tiempo sin descuidar la calidad. A este respecto, la mayoría de los jefes, clientes, proveedores, gente,  nos dice cuándo empieza la tarea y pocas veces nos dicen cuándo deben terminarla, aquí debemos aprender a negociar el tiempo y alcance de lo esperado y ser responsables de comunicar aquello que estamos en capacidad de hacer y aquello qué no. No hacer la negociación establece el escenario para un maratón de tarea nocturno, o desgaste de energía. “Quemarnos las pestañas” no es una virtud, denuncian nuestra incapacidad de establecer acuerdos y calcular nuestro alcance. Hay mucha sobrestimación que genera expectativas egoístas que no conducirán a nada sino a la frustración y a poner en peligro las relaciones.

4. Ingenio: Es la capacidad de encontrar, inventar o adaptar medios creativos para resolver problemas. Hay tantas formas de hacernos agradable la tarea. Que elegir la fastidiosa, la torturadora, la de ponernos en situación de víctima o de hacernos victimarios para justificar nuestra propia ineficiencia. Este tipo de conductas dañan la relación. 

He visto y he experimentado la destrucción de vínculos sociales (de todo tipo) por falta de ingenio. Por elegir el camino más fácil y a veces más nefasto de la incompetencia: “darle una patada a la mesa” y no jugar más. Pensemos: cuanta gente hemos perdido por esta conducta estúpida. Y lo peor: cuanta gente me queda que estoy desperdiciando por mantenerme en conductas infelices. 

LA CREATIVIDAD ES MÁS IMPORTANTE QUE LA INTELIGENCIA.  Lo dijo Einstein, no sé si lo practicó pero lo dijo… La tarea (aunque no es el único camino) proporciona la forma y la persona  (nosotros) proporcionamos la esencia.

5. Autoestima: La tarea nos ofrece la oportunidad de desarrollar un valor propio positivo. La forma en que (como equipo)  resolvamos, manejemos  y controlemos  las tareas del trabajo que elegimos hacer juntos, establecerá ciertos antecedentes que tendrán un gran impacto como personas y profesionales ante futuros retos. Por eso es tan importante el indicador de la satisfacción propia, el elegir ser la gente feliz, la gente inteligente y  la gente exitosa… 

Los exitosos somos los que hacemos la tareas porque aprendemos más rápido y solucionamos mejor los requerimientos y desafíos que aceptamos...  

Cuando  hacemos bien la tarea no perdemos nuestro lugar en la vida, cuidamos nuestra posición, no nos desplazan, porque somo útiles, porque sumamos,  porque todos quieren y aprecian nuestra compañía. Nos quieren, no  por lo que sabemos y escondemos egoístamente, nos quieren por lo que sabemos y compartimos bondadosamente, sin estorbar o dañar a nuestros compañeros de vida. Porque nos valoramos tanto que no nos damos el permiso de dañarnos a nosotros mismos, dañando a otros.

Hagamos las tareas… existen tareas dirigidas mientras aprendemos. Seamos humildes y solicitémosla, paguémosla, honrrémosla, pero nunca incumplamos o dañemos. No actuemos tontamente.

Hacer las tareas felices, amar nuestras tareas son un indicador de autoestima y si nos amamos, inmediatamente el mundo entero se abre a amarnos y el éxito comienza a ser nuestro compañero mas a menudo y a manifestarse en mas facetas cada día... porque el éxito no es un destino es el resultado de una práctica constante, que al desarrollar maestría, pues se manifiesta frecuentemente.

¿Quieres amar hacer las tareas? Espero que sí…

Yo cuando elijo hacer la tarea con cariño me va bien… Me encantaría que te fuera bien. Yo hago mi tarea y tengo suficiente tarea... ojala y tu quieras hacer  la tuya. Lo que no va a pasar es que le hagamos la tareas a los otros... es un desperdicio.

Hay cosas en mi vida siempre, en la que debo resolver  a hacer las tareas, cosas que iré superando y sumando éxitos... 

Hagamos nuestras tareas...

María Mercedes Gómez Mazzeo
Directora de Aprendizaje y Desarrollo 
www.geneticadelcambio.com

miércoles, 30 de julio de 2014

Alianza: la libertad de elegir a un compañero de negocios leal, para crear resultados compartidos.


Por: María Mercedes Gómez Mazzeo
Directora de Desarrollo 
Genética del Cambio

Una alianza es un acuerdo, un pacto. La comprensión intencionada de dos partes que deciden respetar los intereses, necesidades y deseos del otro. Con la intención de avanzar hacia objetivos comunes que siempre beneficien a ambas partes, lo que implica que el equilibrio del beneficio compartido, esté presente y el “tomar ventaja del otro” no sea jamás la opción.

A los matrimonios los representan unos anillos que anuncian a la sociedad que el compromiso se hizo, es decir, una alianza que demuestra la decisión de estar juntos, conocerse, compartir, colaborar, cuidarse uno al otro y construir  prosperidad para el bien de ambos. Inevitablemente hay pactos, alianzas que se rompen, cuando se violan uno, varios de los elementos que componen el compromiso adquirido por las partes, cuando se mal entiende la confianza, cuando se saca provecho de la vulnerabilidad conocida por el otro para intentar dominar o controlar al aliado.

El fundamento de la alianza es la consciencia sobre el valor que ambas partes aportan. Muchas veces una de las partes tiene la percepción de que “el más fuerte” quien brinda la oportunidad, está tomando ventaja de él. Simplemente porque aunque entiende que el valor se mide en moneda no tiene conciencia de la inversión que representa haberlo invitado para el más fuerte, ciertamente si pagara en moneda por la oportunidad que recibe, se daría cuenta de lo que está recibiendo le pone una cuenta encima que podría tardar mucho tiempo en saldar. 

Obviamente este “valor intangible del beneficio de ser invitado” (porque no lo paga) es en algunas ocasiones invisible al más débil (que solo observa lo que recibe en forma tangible y lo impulsa a hacer juicios muchas veces desajustados de la realidad). Muchos otros, los más experimentados, aceptan la oportunidad, piensan inmediatamente en términos de dinero el valor comercial de la marca con quien se alían, las ganancias de ser invitado y el aprendizaje profesional que recibe lo que inmediatamente los coloca en posición de entender lo muy valioso que él mismo es, por el interés del más fuerte en invitarlo a participar.

Al final, paradójicamente todo se reduce a la autoestima de cada una de las partes. ¿Cómo saber si es un problema de autoestima? cuando una de las partes no es franca y simula conformidad cuando no está satisfecha, acepta condiciones sin negociar y busca revancha hipócrita. Esto es importante tenerlo claro, porque todos somos susceptibles a un bajón de autoestima, y los síntomas de que se sufre el mal son las conductas descritas. Las alianzas deben erigirse en la franqueza y el compromiso sincero de trabajar para el bien de las partes, hacer todo lo posible por blindar a las marcas involucradas, cuidar el negocio, no competir para construir una alianza infranqueable.

¿Cuáles son los elementos presentes en una alianza estratégica de negocios?


  1.  Claridad en el beneficio que se persigue de trabajar juntos: Se refiere a, proponer y validar con el potencial aliado, aquellos que se espera de cada involucrado. Decir sí, si se está de acuerdo, decir no y negociar una forma distinta que sea factible y aceptable para las partes, decir no y retirarse, no crear falsas expectativas, ni esperar que las cosas se tornen a tu favor de forma mágica con el tiempo. Este tipo de comportamiento, arruina las relaciones y producen pérdidas para ambas partes, además compromete la reputación de la marca, bien sea empresarial o personal de los involucrados.
  2.  Determinar las necesidades de marketting y comprometerse con la alianza. El contrato debe ser claro, debe establecerse desde el principio que hacer y qué no hacer alrededor de las marcas involucradas. Por ejemplo, no tomar ventaja de la marca de tu aliado para usufructo personal; no comprometer la calidad del servicio de la marca por irresponsabilidad o mediocridad personal. No recostar a la marca el riesgo personal por incumplimiento. Vender la marca en alianza con la tuya. “Un matrimonio” si públicamente se conoce que la alianza existe, la deslealtad a la marca con la que te comprometes, no debe suceder. Identificar cuando un negocio compite con tu aliado, además de ser un tema que te compromete éticamente frente a tu aliado y clientes, claramente indicará tu desapego con el compromiso que hiciste. Por lo tanto, haz control de daño y supera la crisis (si deseas continuar) o rescinde el contrato. ¡A volar!.
  3.  Hacerse cargo de las necesidades de aprendizaje de las partes. Básico para que se cumpla el estándar de la marca. Ambas organizaciones deben comprometerse en cerrar brechas de competencias, técnicas y actitudinales con respecto al negocio que juntos pretenden impulsar. Ambas partes deben aportar y el conocimiento se multiplica si se comparte. No debe suceder entre aliados un comportamiento parásito, donde solo una parte se nutre y de forma pasiva, no aporta conocimientos. La alianza es de negocios y de aprendizaje. Los aliados son una comunidad de aprendizaje que juntos: innovan, estudian, reifican y comparten significados. No hacerlo propicia el deseo de la parte pasiva de “chupar” e irse. Escuchamos comentarios como: “Voy a aprender del negocio y cuando esté listo me voy”. Esa actitud de conquista depredadora daña la relación y tarde o temprano compromete la reputación del más débil, si el más débil, es quien muestra este tipo de comportamiento. Por ello es importante mostrarlo.
  4. Acuerdos claros sobre las ventas: Las alianzas de negocio, son de negocios. Ambas partes se comprometen en vender los productos y servicios que los benefician a ambos, estos productos y servicios no compiten jamás. Si una parte quiere competir con el aliado, lo indicado es irse. Cada parte comparte sus clientes, no puede suceder que una parte únicamente se beneficie de las ventas y del trabajo que ellas proporciona de la otra y no aporte clientes. El tema comercial es de todos. Si no lo deseo asumir, puedo: 1. convertirme en proveedor del aliado (si no hay conflicto de intereses que comprometan a las partes) 2. Romper la alianza por conciencia de que no puedo cumplir con el compromiso.
  5. Triunfos rápidos: Ambos deben decidir cuáles serán los triunfos rápidos para inyectarle energía y pasión a la alianza. De allí surgirán los nuevos negocios, las innovaciones en el servicio, las diferenciaciones en el mercado y el progreso entre las partes.

Si entendemos el significado de ser aliados y creamos oportunidades de mutua ganancia, tendremos éxito temprano, cuidando la decisión de ir juntos de manera sana (lealmente). Si por el contrario decido que quiero ir solo, ánimo también puedes  forjar tu propio negocio para cosechar, a su debido tiempo con el producto de tu propio trabajo, para crear lo que sueñas.

Ambas cosas son buenas, haciéndolas bien siempre (con ética) .

Éxito para todos. Aliados, solteros, divorciados y viudos. 

¡Tú decide!

María Mercedes Gómez Mazzeo

miércoles, 16 de julio de 2014

Desafío. Empresa difícil a la que hay que enfrentarse. Cada estilo marca la pauta para SALTAR a una nueva realidad.



Por: María Mercedes Gómez Mazzeo
Directora de Desarrollo de Genética del Cambio /Facilitadora de Alto Impacto.

Me siento inspirada a compartir un momento en el que me siento plena para dar "El Salto". Aceptar que el momento perfecto de abrirse camino es el resultado de haber visualizado, experimentado, probado y fracasado todas las veces necesarias para desarrollar “músculo de voluntad”. Así lo vivo hoy, es la sensación de que se puede asumir un riesgo con  fe en que el movimiento que hagas será simplemente acertado…  esa sensación es de: excitación, alegría, esperanza, entrega, certeza de que las condiciones están dadas y son propicias para que el salto sea exitoso y otros–además de ti- se beneficien en gran manera de observarte, para seguirte (si es su tiempo y deseo) disfrutando al igual que yo de esa transformación, de este avance, de esta evolución.

Quizás tu al igual que yo, haz estado muchas veces en esta situación que intento describirte. Algunos la experimentamos como una sensación de poder, de fuerza, de certeza intuitiva; otros la experimentan como una inspiración que los mueve a uno o infinitos intentos porque “vale la pena” “ porque es bueno y provechoso”, “porque les da sentido a su vida”, “porque creen que es posible hallar cuando se está buscando no importa cuantas veces”.

Hay otros dos estilos de personas,  el tercero es quien salta cuando se descubre experto, cuando encuentra todas las respuestas a sus dudas, cuando conoce y estudia los resultados positivos y negativos  de otros saltadores para elegir el mejor salto, el salto certero, el salto seguro, el salto ganador. Sabe por referencia, por investigación, por observación cual perfil de salto, cual situación, cual experiencia previa es la más idónea y re-crea un simulador de salto, para cuando está listo del que le corresponde a él, con decisión se lanza al éxito que ya sabe seguro. “El tiro al piso” , “El salto impelable”.

El cuarto estilo y último, es el que convierte el concepto en un plan maestro que es capaz de alinear recursos y coordinar esfuerzos para que muchos otros sigan en forma ordenada el proceso colectivo de saltar y encontrar un lugar a salvo, donde todos quepan, donde ninguno se atropelle, donde la forma de saltar establezca un nuevo orden, donde el riesgo es mínimo y factible en consecuencia para todos.

Esos cuatro estilos (ACOMODADOR- DIVERGENTE- ASIMILADOR- CONVERGENTE) descritos corresponden a combinaciones de cuatro estadios del ciclo para aprender, definidos por David Kolb. Estilos que van desde un gran riesgo  (acto de fe) que se asume desde la experiencia concreta y confianza absoluta de que algo bueno pasará… hasta un riesgo mínimo que lo otorga también la experiencia concreta de que "se sabe cómo" hacer el trabajo de organizar actividades y los recursos para implementar una idea. Que integran la conceptualización abstracta para crear nuevos escenarios, estudio de lo conocido para crear hipótesis que nos permita interpretar las distintas posibilidades;  y que encuentra una aplicación útil basada en  la observación reflexiva de las reales necesidades y el tempo preciso para la vida.

Hoy me siento como el pez  de la imagen saltando a otro paradigma, a otra forma de nadar, aceptando que podemos “volar en un momento dado” aunque seamos naturalmente peces “ arriesgarme a dejar de respirar unos instantes” para demostrar que puedo seguir “como pez en el agua” pero en otras aguas… que al final mi salto demuestra que todos podemos. Que manteniendo nuestra fe de que no estamos solos, la esencia de sabernos quienes somos y lo que queremos, la maestría de reconocernos haciendo lo que sabemos hacer mejor que ninguno, la experiencia que nos permite darnos cuenta que fluir es la clave del progreso, los  valores basados en el amor a la vida y competencias que nos hacen sentir poderosos y sabios, nos impulsarán a aventurarnos a otros lugares, a lo nuevo.

Acepto que el vacío es solo el inicio, es la preparación para que se produzca el  lleno, lo abundante. Con la certeza segura de que habrá espacio de sobra para quien le toque estar en esa nueva realidad conmigo y quizás contigo… Y será perfecto, lo que toca, para cada quien según su estilo, según su tiempo, según sus recursos, según su deseo.

¿De qué estilo de pez eres tú?