lunes, 16 de mayo de 2011

Cuentos para Aprender: La Bruja Maga.


Inspirado en los cuentos familiares al rededor del nacimiento de mi madre.


Por: María M. Gómez Mazzeo

La Bruja Maga






Había una vez… Una bebecita que quiso venir a este mundo a su torre de alegría y luz, donde habitaba la familia de magos brujos.

Su papá -un gran mago- que siempre estaba buscando señales, se dio cuenta, que la felicidad y la diversión estaría por nacer cuando notó que su hermosa esposa, una bruja bella y poderosa, brillaba cada día que su bella barriga crecía y crecía.

La bruja madre intentó algún hechizo cuando se observó en el espejo y se notó cada vez más radiante, ésa luz para algunos hermosa y para otros muy esperada, resultaba casi incontenible en el vientre de la poderosa madre, quien con mucho dolor, no aceptaba que ella pudiera traer al mundo tanta fortaleza y gracia.

Mientras tanto, alrededor del la torre mágica, que en apariencia era un lugar tenebroso, reinaba la esperanza de que en ese gran vientre -cada vez más brillante y traslúcido, parecido a un bombillo encendido- se mostrara un indicio de que la expectativa fuera cumplida, a saber, el nacimiento de la luz y la alegría para un hogar que fue tomado por la oscuridad y la tristeza.

La Bruja Hermosa, en medio del sufrimiento que significaba estar preñada de alegría, y sintiéndose culpable, intentó todos los hechizos posibles para cambiar las cosas y con cada hechizo, más fuerte la luz crecía y la alegría aumentaba, porque en estado de gravidez la magia le funcionaba al revés.

Cansada de luchar, La Bruja Hermosa, se entregó a la felicidad y con felicidad, dió a luz a La Gracia de Dios. El corazón de ésta madre no podía soportar la culpa de parir a la alegría en medio del la tristeza del hogar, aun así, todos en la torre estallaron en festejo, reían y disfrutaban la fortuna de estar allí y presenciar la nueva realidad.

“Gracia” – como se llamaba la brujita maga- era una particular criatura, que tenía una mirada y un gesto de asombro continuado, era como un Gnomo, de orejas puntiagudas y ojos oscuros y redondos, de contextura fina y un cabello que era: como le daba la gana de ser, ella era y es desde que nació, una belleza extraña. Todos la querían cargar y contemplar, era de esperarse, ¿quien no quiere cargar la gracia divina consigo?

Gracia era sencillamente graciosa, el solo hecho de verla era todo un placer, y ella inmediatamente entendió que lo que esperaban de ella era “estar” y “ser”. Nadie pudo ni podrá resistir el deseo de estar cerca de ella y mostrarse. Ésta niña permitía que todas las cosas pudieran mostrarse tal y como son, fueran buenas, regulares o malas, todas las cosas, a sus ojos negros profundos, resultan sin excepción: de gran valor. Eso lo apreciaban mucho todos -fuera y dentro del castillo- y siempre querían estar cerca de ella.

Ésta niñita tenía mucho tiempo para todo, era muy veloz, como es la luz, siempre buscaba tiempo para jugar, sin embargo, a menudo, la querían sostener y distraerla de sus ocupaciones con cualquier excusa y eso la hacía sentir muy incómoda, la querían poseer y ella se resistía. Su papá mago, siempre quiso mostrarle sus grandes actos de magia para escaparse de su destino y su mamá bruja la protegía porque temía mucho el perderla…

El temor de la bruja madre se iba incrementando en la medida de que su hija crecía. Si su embarazo fue difícil de aceptar, era sencillamente inconcebible su temor de perderla, sufrió mucho pensando en el día de su partida, ella intentó quedarse, pero el dolor que ella ya conocía y había experimentado la cegó, entonces decidió tomar su escoba mágica y perderse volando en el cielo. El Mago se entristeció mucho al quedarse sin ella, era su compañera de actos y habían compartido tantos trucos y creado tantas maravillas juntos. Pero él era mucho más fuerte y aceptaba mejor la alegría, él decidió quedarse y pronto halló consuelo en su propia creación y fantasía.

12 añitos, 12 añitos y Gracia la brujita maga, estaba muy chiquita para entender la partida de la bruja madre, no entendía el tamaño del vacío, no podía, porque estaba lleno de la gracia divina que su madre le dejo para soportarlo.

Ninguno en la torre entendió por qué la Bruja Madre voló, pero para no pensar más en el vacío, decidieron cambiarle el nombre a la alegría para honrar la falta, y continuaron, en sus propios castillos construyendo una esperanza, hasta que les toque viaje y volar junto a ella, donde por cierto, el mago amante voló cuando fue preciso, para unirse a la hermosura que está junto a su bruja poderosa quien acompaña, desde tiempo atrás, a su segundo tesoro -razón suficiente para ella de adelantarse y guardarle puesto a los demás- para que cuando sea el momento de partir, todos encuentren su lugar.

Nadie lo supo, nadie menos yo, que sí la ví en mis sueños y entendí su viaje.

A mi Bruja Maga...

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